domingo, 8 de septiembre de 2013

Sic transit gloria mundi

Las monjas nos enseñaron que hay dos caminos en la vida; el camino de la naturaleza y el camino de la gracia. Debes escoger cuál seguirás.

La gracia no trata de satisfacerse a sí misma. Acepta ser despreciada, olvidada, antipática. Acepta insultos e injurias.

La naturaleza sólo busca complacerse a sí misma. Hace que los demás también la complazcan. Le gusta imponerse a ellos. Salirse con la suya. Encuentra razones para estar descontenta cuando todo el mundo brilla a su alrededor y el amor sonríe en todas las cosas.

Nos enseñaron que nadie que ame el camino de la gracia tendrá un mal final.
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He filmado sólo cinco “cosas” a lo largo de mi vida, y para ninguna de ellas escribí un guión. Me gusta cuando en las historias pasa lo que tiene qué pasar, y no lo que uno quiera o espera. Principalmente porque una cosa es decir y otra es hacer, y cuando uno hace descubre que todo lo escrito pierde mucho sentido. Bien decía el enfant terrible, el jovencito Paul T. Anderson describiendo una de sus secuencias en Magnolia a los actores, y paralizándose de repente en medio del set, “Vaya, acabo de darme cuenta de lo estúpido e improbable que todo esto suena, ya no estoy seguro incluso de querer grabarlo”. (Sí lo grabó, y resultó ser una de las mejores escenas, porque era algo que tenía qué pasar)

Y es que algo tienen las películas sin finalidad alguna, como si en serio fueran filmadas sin ser escritas antes. Me gustaría que se les inventara un género, diferente a “road movie”. Algo más bien onda “falsa profecía”, “sic transit gloria mundi”, “Comercial de Sony Bravia 1080p de 2 horas”

El Árbol de la Vida, de Terrence Malick, es un film tan abierto y pointless, que llega una parte en la que te cortan la historia que estaban contando e introducen una secuencia de la creación del mundo y la tierra con dinosaurios de aproximadamente 15 minutos. Entre eso, un niño a punto de explotar y los soliloquios de la “madre gracia” tienes para sobrevivir por lo menos mes y medio inmune al mundo. El Árbol de la Vida es ir caminando por la calle y toparte a un viejo conocido -de esos que no se siente el impulso evitar- y darle un abrazo muy largo obstruyendo el paso en la acera. Es el niño sentado junto a ti en la sala de espera, mostrándote a ti cuán alto puede saltar porque su mamá no voltea a verlo. Es perder la última moneda que tenías para el autobus y tener que irte caminando a tu casa. Terrence Malick, cuya carrera data desde 1973, ha echo sólo 6 películas. Res ipsa loquitur.

What I want to do I can't do. I do what I hate.



















Father. Mother. Always you wrestle inside me. Always you will.

A diferencia de las road movies, este género que yo propongo tiene la característica de que el viaje es intrínseco. “It's a party on the inside”. Nunca se comienza y nunca se acaba, nunca se explica y mucho menos se disculpa. El viaje no te pide permiso. Traigo de vuelta al enfant terrible número dos, Gavras hijo con sus pelirrojos radicales. Aquí todo comienza con una mala noche y un auto, todo termina con dos hombres invisibles y un globo aerostático. Han pasado sólo 3 días, y a pesar de haber cruzado Francia de centro a costa, en realidad llegaron al núcleo de la tierra, sólo acompañados de una ballesta y ropa de diseñador. “This things happens”.



En mi experiencia, cuando se filma sin script el trabajo más difícil no es saber qué se quiere lograr, por que te dije que al final pasa lo que tiene qué pasar, lo arduo aquí es saber cuándo está pasando (y decirle al conejillo de indias que se está dejando grabar que corra porque las nubes se están moviendo y en menos de 5 minutos va a cambiar el color del cielo). Por eso me alegré mucho cuando vi más entrevistas de Paul T. Anderson, -ya no tan jovencito- diciendo que en su film “The Master”, el 80% de las tomas en el buque nacían de anécdotas que le contaban los extras entre breaks. Siendo The Master un film que te transporta a épocas del final de la Segunda Guerra Mundial, se había pensado filmar secuencias bélicas para que uno comprendiera el estado psicológico en que se encontraba el protagonista, sin embargo, siendo Paul muy sensato se dio cuenta que no sería necesario, pues de solo ver el rostro de Joaquin Phoenix estando en el personaje, se notaba que el tipo había estado en la mierda.


Por lo tanto, filmar sin guión es un proceso deus ex machina de principio a fin que a uno sólo le toca documentar y tergiversar, hacer lo que se puede con lo que se tiene a mano, y tal vez, con mucha suerte, lograr algo que se le acerque aunque sea por asomo al arte de la ilusión, el engaño, la clarividencia, la belleza, la destrucción, el escapismo y la adivinación que es el cine improvisado. Que así pase la gloria del mundo ante el lente.

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Eres pura voluntad y cero tiranía. 
Freddie, marinero de los mares, no pagas renta, puedes ir a donde quieras. Entonces vete, vete a esa tierra fuera de latitud. Buena suerte. 

Y cuando encuentres la forma de vivir sin tener que servir a un amo, cualquier clase de amo, háznoslo saber. Pues serás el primer hombre en la historia de la humanidad que lo logre.

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